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Veinte de abril de 1927. Amanece en Salamanca. No sabemos si el cielo estaba despejado o con nubes, si las temperaturas eran todavía invernales o la primavera reinaba en la ciudad. Lo que sí sabemos es que era miércoles y un miércoles diferente a los demás.

Esa mañana, en la iglesia de san Esteban, Miguel Fleta, uno de los tenores con más talento que ha conocido el mundo, iba a contraer matrimonio con una salmantina: Carmen Mirat

Para la Salamanca provinciana, aburrida, que mataba su ocio caminando en círculos bajo los soportales de la Plaza Mayor, la boda del famoso tenor con la jovencita charra era un acontecimiento para no perdérselo.

Y eso fue lo que hicieron miles de charros. Apartar por un rato sus obligaciones de cada miércoles, y acercarse a mirar la boda salmantina del año… O del siglo; porque a ver cuándo un artista de fama internacional iba a venir a la pequeñita Salamanca a contraer matrimonio; vamos, hombre, eso sólo se ve una vez en la vida.

¿Fue eso lo que arrancó a las gentes de sus labores y los lanzó a la calle aquella mañana de miércoles?  Pues probablemente eso, pero también que Carmen Mirat era una joven muy conocida en la ciudad.

Carmen Mirat Rúa

Foto. La Tribuna Semanario Estudiantil Obtenida de:Web de prensa histórica

Era nieta de Juan Casimiro Mirat Moreno, promotor de la construcción del barrio de Mirat y quien levantó los famosos hotelitos en la avenida a la que dieron su nombre. Era además sobrina de Manuel Mirat, que entre 1907 y 1909 había sido alcalde de Salamanca.

Carmen Mirat había nacido por tanto en el seno de una familia influyente. Lo que fomentó que sucesos importantes de su biografía saltaran inevitablemente a las gacetillas y a lo más empingorotado del chismorreo local…

Por la prensa supieron los salmantinos que el padre de Carmen Mirat, en 1888, había sido víctima de un intento de asesinato.

Cuenta el periódico El Fomento que la noche del 6 de enero de 1888 estaba Casimiro Mirat [padre de Carmen] en el Teatro del Hospital disfrutando de un baile que allí se celebraba. Sobre las dos y media de la madrugada comienza a bajar las escaleras para marcharse. Apenas desciende unos peldaños, explota un disparo. Casimiro Mirat cae al suelo con el lado izquierdo de la cara destrozado. No pierde la vida pero sí la visión . El autor y el motivo de los disparos nunca se aclararon.

Por la prensa supieron los salmantinos que en 1915, Amparo Rúa Castaño, madre de Carmen Mirat, muere a los treinta y seis años. Carmen Mirat tenía apenas ocho.

Y por la prensa supieron también los salmantinos que en 1921 es su padre, Casimiro Mirat, el que muere de una enfermedad fulminante. Carmen Mirat tenia quince años.

Su tío, Manuel Mirat, se hace cargo de los huérfanos; Carmen Mirat fue la tercera de cuatro hermanos.

Así que es de suponer que cuando salta de boca en boca primero y después a los periódicos que Carmen Mirat es novia del famosísimo Miguel Fleta, muchos salmantinos se alegrarían. Porque verían en los amores de la jovencita huérfana los brillos de un Destino amigable que termina compensando los pesares; el cuento de hadas hecho realidad.

A lo mejor por eso, la mañana de aquel miércoles de 1927, miles de personas se arracimaron a lo largo de todo el trayecto que debía realizar el coche de los novios hasta la iglesia de san Esteban.

Para entretener la espera, correría entre el público los cotilleos y detalles del romance, rebañados de las páginas de los periódicos. El 11 de septiembre del año anterior, Miguel Fleta había venido a Salamanca con el Niño de la Palma para verle torear. Carmen Mirat salió de oír misa en san Martín en el preciso instante en que Miguel Fleta pasaba por allí; cosas del Destino… Fleta quedó prendado de aquella muchacha.

Al día siguiente en los toros, Fleta hizo poco caso a la faena del Niño de la Palma,  pendiente como estaba de Carmen Mirat que, oh travesuras del Destino, toda guapa y en mantilla ocupaba un asiento por delante de él.

Dos días después los presentaron en el —todavía vivo— café Las Torres, en la plaza Mayor.

Fleta, que debió de ser hombre impulsivo, se le declaró al día siguiente. Con diecinueve años y más cabeza que el alocado tenor, Carmen Mirat salió huyendo de semejante enamoramiento repentino, y dio calabazas al famoso cantante. Pero Miguel Fleta, acostumbrado a perseguir sus sueños sin descanso, no se rindió.

Que sepamos, era la segunda vez que el tenor se enamoraba. Su primer amor fue Luisa Pierrick, profesora y mentora del tenor. Luisa abandonó a su marido para vivir su amor con Fleta y tuvo un hijo con él. Estuvieron juntos siete años, hasta que el tenor le fue infiel con una actriz y en 1926 se separaron.  Pero dejemos esta historia, a ver si se nos va a estropear un poco el cuento de hadas que está a punto de suceder en Salamanca.

El cuatro de octubre de 1927, el tenor, que no podía dejar de pensar en Carmen Mirat, volvió a declararse. Esta vez debió de ser mucho más convincente que la primera, porque empezó un noviazgo que culminó  a los seis meses en esta boda espectacular.

Cuentan los periódicos que la calle de la Rúa, donde estaba la casa familiar de la novia, y de donde saldrían los novios rumbo a la iglesia, estaba repleta de gente desde muy temprano..

Los novios subieron a un coche descubierto decorado con flores y tapices.

Boda de Miguel Fleta y Carmen Mirat

Carmen Mirat y Miguel Fleta en el coche, camino de la iglesia Foto de Mundo Gráfico (27 de abril de 1927)

La comitiva nupcial, formada por ochenta automóviles, bajó por la calle Palominos camino de la iglesia de san Esteban. Los novios saludaban muy amables a la gente y la gente se volcó con los novios.

La ceremonia religiosa comenzó a las once y media. Y debió de ser muy emotiva. Los periódicos afirman:

Hubo momento en que se le vio el esfuerzo que realizaba [Miguel Fleta] para contener las lágrimas que pugnaban por salir.

Interior de la iglesia de san Esteban durante la boda Foto de Mundo Gráfico (27 de abril de 1927)

Interior de la iglesia de san Esteban durante la boda Foto de Mundo Gráfico (27 de abril de 1927)

Una vez terminada la ceremonia, el coche nupcial con el feliz matrimonio a bordo enfiló la calle de san Pablo rumbo a la Plaza Mayor. El banquete se celebró en Las Torres, dónde la pareja se había conocido.

Cuentan las crónicas que la comida terminó a las seis de la tarde, que Fleta no cantó nada, pero que en los brindis decidió dar rienda suelta a su pronto graciosete —que debía de tenerlo— y recitó la siguiente copla:

Brindo porque brindo
porque tengo que brindar.
Y porque abajo espera el coche
y tenemos que marchar.

Y el coche se marchó y se llevó a los novios a Madrid.

La boda fue filmada desde la salida de la pareja de la vivienda familiar de Carmen Mirat, hasta que el coche se marchó de Salamanca. La película se tituló La Boda de Miguel Fleta, realizada en 1927 por Hernández Girban y García Conde para la Films España Artística y Monumental.

Carmen Mirat y MIguel Fleta durante el banquete Foto de Mundo Gráfico (27 de abril de 1927)

Carmen Mirat y MIguel Fleta durante el banquete Foto de Mundo Gráfico (27 de abril de 1927)

Qué bien; pero qué bien hacen las películas y los cuentos de hadas en poner la palabra fin inmediatamente después de la boda. En lo más alto, para qué bajar…

Afirman los entendidos, que el declive profesional de Miguel Fleta comenzó el mismo año de su boda. Fleta se había recuperado de una faringitis aguda poco antes de casarse, pero después de aquello la voz del tenor nunca volvió a ser la misma.

A los diez años de casados, Miguel Fleta murió de una afección renal. Tenía cuarenta años.. A los veintinueve años Carmen Mirat se quedaba viuda con tres niños. Así que mejor regresamos a la plaza Mayor, a las seis de la tarde del 20 de abril de 1927, cuando Carmen Mirat y Miguel Fleta dicen adiós sonrientes a unos seis mil salmantinos que los aclaman.

Salmantinos concentrados en la Plaza Mayor vitoreando a los novios Foto: Nuevo Mundo (22 de abril de 1927)

Salmantinos concentrados en la Plaza Mayor vitoreando a los novios Foto: Nuevo Mundo (22 de abril de 1927)

El coche de los novios desaparece por el arco de san Pablo, rumbo a la carretera de Madrid. Y los salmantinos van despejando la plaza lentamente, sin muchas ganas de regresar a sus actividades cotidianas, con una punta de nostalgia por no poder llevarse para ellos un trocito de la alegría brillante de aquella boda de cuento de hadas.

FIN

Bibliografía de la entrada

  • El Fomento Revista de intereses sociales: 8 de agosto de 1888
  • ABC: 21 de abril de 1927
  • La Vanguardia: 21 de abril de 1927
  • El Luchador Diario Republicano: 25 de abril de 1927

 

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